martes, 7 de mayo de 2013

Nutrición, la asignatura olvidada


España ha dado la espalda a la dieta mediterránea. Hasta hace unos años las imágenes de niños y adolescentes con sobrepeso eran patrimonio casi exclusivo de Estados Unidos, hoy día el problema ya lo tenemos aquí, está entre nosotros. Las cifras de obesidad infantil se han disparado, y nuestro país no solo se sitúa entre los primeros de Europa, si no que supera a EEUU –el 19% frente al 16%–, un porcentaje que triplica al de hace tres décadas. Esta epidemia, que afecta sobre todo a países desarrollados y en vías de desarrollo, amenaza con convertirse en una de las pandemias del siglo XXI y el problema es preocupante porque los menores obesos tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2, aterosclerosis, complicaciones cardiometabólicas o daños en las articulaciones a edades tempranas.
Pero ¿por qué se presenta el sobrepeso y la obesidad infantil? ¿Qué ha cambiado en los últimos años que nos ha llevado a liderar este desafortunado ranking? Una alimentación incorrecta con muchas calorías vacías de fácil asimilación, unido a la escasa actividad física son las causas principales, pero no las únicas; existen otras, quizá menos evidentes, entre las que se encuentran los malos hábitos de sueño y que, según estudios recientes, también influyen en el aumento de peso.
«Hace cuatro años comencé a participar en el proyecto Niños en movimiento, una iniciativa para tratar la obesidad infantil que se inició en Vall de Hebrón», explica la doctora Reina Lladó, pediatra de USP Clínica Palmaplanas y especialista en Nutrición Pediátrica, «A partir de aquí maduré la idea de cómo se podría abordar este problema y, junto a la nutricionista Leticia Lozano y el apoyo de un psicólogo, pusimos en marcha la Unidad de Nutrición Balear Materno infantil (NUBIM) en la Clínica Palmaplanas».
«La nutrición infantil no es simplemente dar una receta, es un arte», comenta Lladó «¿De qué forma frenan los padres a un niño qué demanda comer continuamente cuando precisamente ellos le han validado que comer es bueno? Y ese cómo hacerlo lo respondemos aquí».
La Unidad trabaja de forma multidisciplinaria, y el primer paso que lleva a cabo el equipo es una valoración del estado nutricional y la evaluación integral que incluye la médica, nutricional y psicológica. Cuando se han realizado los registros de todos los parámetros se informa a los padres hacia dónde se quiere llegar. Cada niño es un mundo y seguirá un plan de trabajo personalizado, que es progresivo. La nutrición es una herramienta de vida que le acompañará siempre y tiene que incorporarla, como aprender a andar en bici o a nadar.
«Cuando llega un niño con sobrepeso se le hace una valoración y analíticas para descartar que no padezca una dolencia», informa Lladó. «Vemos sus hábitos, la actividad física que realiza, la alimentación y costumbres de toda la familia o si existe algún problema, a veces está relacionado con separaciones. Y, a partir de este punto se realizan de cinco a siete consultas, aproximadamente, cada diez días. No es un programa estético para perder peso, es un cambio de vida en que se trabajan conjuntamente diferentes aspectos. En sedimentar la conducta nutricional se tarda unos dos años».
El equipo de NUBIM ha diseñado diferentes personajes para que los niños se sientan identificados, además de darles unas tablas con imágenes en las que cada alimento tiene un valor y un dossier semanal que tienen que preparar para, posteriormente, trabajar en la consulta. Se marcan objetivos claros, como probar cada semana una fruta nueva, moverse 40 minutos diarios o colaborar en alguna tarea doméstica. Al mismo tiempo reciben recompensas, ya que los recetarios y las fotos de menús que los niños elaboran se premian.
Otra de sus herramientas de trabajo es la antropometría. «Mediante este método no solo conocemos peso y talla, sino como está distribuida la grasa. Es muy útil, entre otras cosas, para saber qué actividades, dependiendo de la estructura ósea, diámetros o longitudes, pueden ser las más adecuadas para cada niño».
Uno de los principales objetivos del programa es poner al niño en movimiento. La característica más frecuente entre los que presentan sobrepeso es el sedentarismo, –muchas horas en el sofá con dispositivos electrónicos– y consumo de alimentos hipercalóricos. A la falta de actividad física se suman con frecuencia los malos hábitos de sueño.«Hemos tenido casos de niños con sobrepeso que duermen cinco horas», informa Lladó. «Se acuestan tarde, hacen comidas extra y al día siguiente se mueven poco porque están cansados. Investigaciones recientes han encontrado relaciones entre la obesidad y las pocas horas de sueño, apuntando una conexión entre éste y el metabolismo de la grasa».
Según Lladó, el mayor reto suele ser la credibilidad e implicación de los padres, ya deben estar dispuestos a seguir las pautas marcadas. «En ocasiones para cambiar hábitos hay que intervenir en la familia al completo», añade. «Los padres permiten a sus hijos acostarse tarde porque ellos también lo hacen o no saben cómo decirles que no pueden ver más TV, comer más de un determinado alimento o darles órdenes para que colaboren en casa».
Además del programa individual esta Unidad realiza otros; uno en formato grupal con niños de entre seis y 12 años y uno especifico, el Ramallet, dirigido a prevenir los problemas nutricionales y de salud en la población con Síndrome de Down. «Es una patología que predispone a la obesidad a partir de los seis años y estamos trabajado en la fase precoz –de cero a seis años– para ver si la atención temprana evita que este grupo presente rasgos de obesidad, concluye Lladó».

No hay comentarios:

Publicar un comentario